domingo, 30 de marzo de 2014

"Si os enfrentáis a algo que es difícil de comprender o si os parece que no tiene sentido, buscad una perspectiva nueva". Sarah Hill - Soul Sourfer

Las Moscas y la Miel

Un dìa se derramó de un panal de abejas mucha miel, y cientos de moscas que rondaban por allí se percataron del hecho y llegaron de inmediato al lugar deseosas para devorar la miel derramada. 
La miel fué tan dulce y exquisita que las moscas se dieron un gran festín, sin embargo, no se percataron que sus patas se fueron pegando en la miel, impidiéndoles alzar el vuelo y poniendo en apuros y preocupación a las golosas moscas. Para colmo de males la miel comenzó a absorverlas cada vez más y más a las moscas, a tal punto de ahogarse en su tan exquisito tesoro. En su desesperación viendo su triste y trágico final, las moscas exclamaron: ¡Nos morimos, desafortunadas nosotras, por quererlo tomar todo en un instante de placer! 

MORALEJA: Disfruta con serenidad y prudencia las cosas más lindas y bellas de la vida.

Días de la semana

Bajo el mar

La brujita Tapita

La cigarra y la hormiga

Era un caluroso día de verano y la cigarra se hallaba sentada en una brizna de hierba disfrutando del sol. "Es tan agradable esta época del año", suspiraba. "No puedo entender por qué están todos trabajando, deberían seguir mi ejemplo y disfrutar del buen tiempo."
De pura felicidad comenzó a saltar de aquí para allá. Saltó por encima de una diminuta hormiga negra que luchaba por arrastrar un grano de trigo hasta su despensa.
-Deja ya de trabajar tanto -le gritó la cigarra- Ven y aprovecha este hermoso día.
La hormiga le miró y dijo:
-Es que pienso en el mañana. Y tú también deberías hacerlo. Si no empiezas ahora a almacenar alimentos, no tendrás comida para pasar el invierno.
La cigarra se rió
- Piensa mejor en el presente, -le respondió.
Una mañana, algunos meses después, la cigarra se arrastraba por la tierra helada. Tenía tanto frío y tanta hambre que apenas podía moverse. Al pasar junto a un grupo de hormigas, vio que estaban dando cuenta de un buen desayuno de trigo.
-Oh, por favor, dadme un poquitín de vuestra comida -les suplicó- Vosotras tenéis mucho y yo no tengo nada.
-Te conozco -gritó una de las hormigas- Tú te reías cuando yo te dije que fueses previsora. Piensa en el presente, me decías. Pues bueno, vé y consigúete tu propia comida ahora.
Y la hormiga le dio la espalda y terminó su desayuno.